Antonio Fco. Fernández Lima |
No puedo permanecer callado ante la
sangría económica y social a la que se está sometiendo a las
clases trabajadoras. Callar en estos momentos en los que seres
humanos son víctimas mortales de la especulación económica y de
los intereses de la banca, sería un acto rastrero que demostraría
la mayor de las cobardías por mi parte. En los informativos, por
llamarlos de alguna forma, nos cuentan el número de victimas por
accidentes de tráfico durante el fin de semana. ¿Alguien se ha
parado a contar cuantos seres humanos han fallecido a causa de los
desahucios impuestos por unas leyes injustas?
Tengo 52 años, y no recuerdo haber
vivido peor situación que la actual. En un principio, como tantos de
nosotros, achacaba esta situación a la manida y consabida crisis
económica. Crisis que ha creado el gran capital con la connivencia
de los partidos políticos, instituciones públicas, judicatura y
jefatura del estado y a la que como siempre los asalariados son los
que tienen que hacer frente. Crisis que les sirve de excusa para
desmontar y privatizar todos los servicios públicos. Sin embargo he
llegado a una conclusión y no es otra que lo más preocupante de
todo no es esta “crisis económica” sino la carcoma moral y ética
del régimen que padecemos.
Este régimen, que en mi ingenuidad de
adolescente de la transición creí modélico, no es otra cosa que la
continuidad del franquismo (El mismo dictador dijo aquello de: Lo
dejo todo atado y bien atado”). Y digo esto ante el convencimiento
de que lo que estamos viviendo no es un sistema democrático. Algunos
dirán que con el solo acto de ir a votar cada cuatro años unas
listas elaboradas por y para los partidos de la alternancia, ya se da
por satisfecho. A mí particularmente esa “democracia” no me
vale.
Ha llegado el momento de dar un paso al
frente y luchar por un sistema democrático en el que todos los
ciudadanos sean realmente iguales ante la ley. Un sistema en el que
los valores éticos y morales estén por encima de los intereses
económicos y partidistas. Un sistema que genere la ilusión y la
esperanza de crear algo juntos como pueblo. Este sistema no puede ser
otro que la república. La misma república que en dos ocasiones
anteriores generó la esperanza del pueblo, esperanza cercenada por
golpistas militares que en ambos casos pusieron fin a ellas justo
cuando empezaban a dar sus frutos.
Hoy muestro mi compromiso con la causa
republicana y mi militancia en Izquierda Republicana. Partido que
para mí encarna todos los ideales del republicanismo con los que me
identifico y desde el cual afrontaré mi particular lucha por la
España que merecemos. Una España republicana, federal y laica.
¡Salud y República!
Antonio Fco. Fernández Lima
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